6 de Noviembre de 2025
Cómo el estrés puede causar enfermedades psicosomáticas
Autoría: María Pilar Sánchez Soriano
Psicóloga especializada en medicina psicosomática y biodescodificación, autora de cuatro libros y ex-enferma de fibromialgia.
Tiempo de lectura: minutos
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El estrés no solo afecta la mente, también impacta directamente en el cuerpo. Este artículo explica cómo las emociones reprimidas y la tensión sostenida pueden transformarse en enfermedades psicosomáticas, aquellas dolencias físicas que tienen origen en el ámbito emocional. A través de ejemplos cotidianos, neurociencia y reflexión, descubrirás cómo el cuerpo expresa lo que la mente calla, qué significa la somatización y cómo gestionar el estrés para recuperar el equilibrio físico y emocional.
Enfermedades psicosomáticas causadas por el estrés: aprende a escuchar el lenguaje del cuerpo
Seguro que alguna vez te ha pasado: llevas semanas con un dolor de cuello que ni el fisio, ni la almohada viscoelástica de 200 euros, ni los vídeos de estiramientos de YouTube te quitan. Y justo el día que resuelves aquel problema en el trabajo, ¡zas!, el dolor desaparece como por arte de magia. ¿Casualidad? No, es tu cuerpo hablando más alto que tus pensamientos.
Vivimos en una sociedad que glorifica el “voy a mil”, “estoy a tope” y “no me da la vida”. Y claro, luego llegan las facturas emocionales en forma de gastritis, migrañas o contracturas.
Lo que muchos no saben es que existe un término para todo esto: enfermedades psicosomáticas causadas por el estrés. Sí, ese estrés que has normalizado como si fuera parte del pack de ser una persona adulta responsable.
Y antes de seguir, psicosomático no significa que “te lo estés imaginando”. Significa que lo que sientes, tu vida interior, tiene un efecto directo en tu cuerpo, y eso la ciencia lo tiene más que comprobado
Estrés: ese compañero de piso pesado que nunca se va
El estrés no es malo per se. De hecho, gracias a él nos levantamos al escuchar la alarma del móvil (aunque a veces la odiemos), reaccionamos rápido si un coche se nos cruza y nos adaptamos a los cambios.
El problema viene cuando ese estrés deja de ser un carrera que corremos de forma puntual y se convierte en una maratón sin línea de meta. Hans Selye, el padre del concepto estrés, decía que cada situación estresante nos deja una “cicatriz” interna. Vamos, que cada disgusto que te callas, cada jornada laboral interminable cargada de autoexigencia y cada “mañana lo haré” que nunca llega, te van envejeciendo aunque oficialmente tengas la misma edad.
Y aquí está la trampa: tu mente puede hacerse la despistada, pero tu cuerpo no miente.
Somatización: cuando la angustia se disfraza de dolor de tripa
Imagina que tu ansiedad es como una gotera. Si no la reparas desde el inicio, tarde o temprano acabará estropeando toda la habitación…y en tu caso se traduce en dolor de estómago, brote de dermatitis o insomnio (por poner tres ejemplos).
Eso es la somatización: el desplazamiento de la angustia hacia un síntoma físico. En palabras más científicas, es la dificultad de integrar lo que sentimos con lo que pensamos, así que el cuerpo se encarga de expresarlo.
Y no, no es que te lo estés inventando.
Repito: que sea psicosomática no significa que sea inventado. Tus síntomas son tan reales como tu nómina (con sus altos y bajos).
Trauma, memoria y cuerpo: el pasado nunca muere
Aquí viene lo fuerte. Resulta que muchas de esas reacciones tienen raíces en experiencias tempranas. El apego y las primeras relaciones con nuestros cuidadores dejan huellas en la forma en que hoy gestionamos el estrés.
Si de pequeños aprendimos que nuestras emociones no eran bienvenidas, de adultos es más probable que acabemos desconectados de ellas y ¡sorpresa!, el cuerpo tendrá que hablar por nosotros.
La neurociencia lo confirma: las emociones se registran en el cuerpo, a veces sin pasar por la conciencia. Así que no, tu colon irritable no es solo “mala suerte genética”: puede ser el eco de años acumulando silencios.
El lenguaje del cuerpo: un idioma sin diccionario
Tu cuerpo lleva años perfeccionando un idioma propio: el lenguaje del cuerpo. No usa palabras, pero su intención es clara:
* Dolor de cabeza que llega puntual los domingos por la tarde → ¿quizás anticipas la semana con ansiedad?
* Ronchas en la piel en plena reunión con tu jefe → tu sistema nervioso hablando en mayúsculas.
* Lumbalgia justo cuando “cargas” con un problema familiar → metáfora en 3D.
Aprender a interpretar este lenguaje es clave. Y aquí entra lo que más me apasiona: enseñarte que el cuerpo no está contra ti, sino contigo. Solo que a veces grita porque no lo escuchas.
Gestión del estrés: mucho más que respirar hondo
Lleegados a este punto puede que pienses que esto es muy bonito, pero no te he contado qué hacer con tus dolores y malestares.
La respuesta es escucha a tu cuerpo y gestiona adecuadamente el estrés. No hablo de ponerte un antifaz con pepinos y esperar que se te pase la migraña (ojo, que si lo haces y te funciona un ratito, perfecto). Hablo de herramientas reales para regular tu sistema nervioso, integrar tus emociones y dejar de estar esclavizado a tu cortisol.
Porque cuando no gestionamos, el estrés se convierte en una bola de nieve que arrastra al cuerpo, a las relaciones y hasta al sentido de vida.
El cuerpo no miente
Si has llegado hasta aquí, probablemente ya intuyes que tu cuerpo te manda mensajes. La pregunta es: ¿quieres aprender a escucharlos y traducirlos antes de que se conviertan en enfermedades más serias?
Si la respuesta es sí, te invito a entrar en el curso de gestión psicosomática del estrés. Un espacio donde lo riguroso y lo humano se encuentran, donde la ciencia se combina con lo cotidiano, y donde tú eres quien protagoniza tu propio bienestar.
Porque al final, de lo que se trata es de recuperar algo muy simple: la paz de sentir que tu cuerpo y tu mente juegan en el mismo equipo.
Curso de gestión psicosomática del estrés: tu GPS para escuchar al cuerpo
Aquí es donde entra mi propuesta: mi curso de gestión psicosomática del estrés.
No se trata de un curso más sobre gestión emocional, sino de un recorrido transformador para aprender a interpretar los mensajes del cuerpo, liberar cargas emocionales y responder con coherencia en lugar de desde el bloqueo.
En este curso:
* Aprenderás a identificar cómo se manifiestan en ti las enfermedades psicosomáticas causadas por el estrés.
* Identificarás los patrones de pensamiento y creencias que te impiden vivir en coherencia y equilibrio.
* Descubrirás cómo escuchar el lenguaje del cuerpo sin esperar a que te grite.
* Y sobre todo, ganarás claridad para dejar de vivir en modo “supervivencia”.
Humor y rigor: la mezcla perfecta
Dicen que “si no lloras, ríes”. Yo añado: si no expresas, somatizas.
Y no lo digo yo sola: los estudios demuestran que la represión emocional termina pasando factura en forma de inflamación crónica, dolores misteriosos y consultas médicas que no encuentran explicación. El problema no es que sientas mucho, sino que lo reprimes. Así que más vale aprender a gestionar el estrés antes de que tu cuerpo se convierta en el notario oficial de todo lo que no expresas.
Preguntas frecuentes sobre el estrés y las enfermedades psicosomáticas
¿Qué son las enfermedades psicosomáticas?
Son dolencias físicas reales causadas o agravadas por emociones reprimidas o estrés prolongado.
¿Cómo sé si mi dolor es emocional o físico?
Si el malestar aparece en momentos de tensión o desaparece al resolver un conflicto emocional, puede tener un origen psicosomático.
¿Qué partes del cuerpo suelen verse afectadas por el estrés?
Cabeza, cuello, estómago, espalda y piel son las zonas más sensibles a la tensión emocional.
¿Se pueden prevenir las enfermedades psicosomáticas?
Sí, escuchando al cuerpo, regulando el estrés, descansando bien y expresando las emociones en lugar de reprimirlas.