La ética laboral como competencia profesional

La integridad es una competencia profesional que cobra especial relevancia cuando se trabaja para la causa pública, en una administración que apuesta por la transparencia.  

Actuar éticamente está muy por encima del simple cumplimiento de códigos, leyes y normas; lo importante es el comportamiento y actitud personal, buscando siempre la coherencia entre lo que se hace y sus convicciones y principios.  

Para Aristóteles, un hombre logrado es un ciudadano responsable y comprometido. Otra cuestión directamente relacionada, sobre la responsabilidad de cada uno sobre sus actos, nos devuelve a Sócrates, quien se planteó: Lo que es bueno y lo que es malo, ¿no debemos decidirlo nosotros mismos?

Esta última cuestión constituye el segundo fundamento de la práctica de integridad: somos responsables, cada uno de nosotros, de nuestros actos y decisiones: la integridad no se expresa en palabras, sino que se refleja en nuestros actos.

Los siguientes dos ejemplos son ilustrativos de las diferencias a la hora de aceptar las responsabilidades políticas propias de un cargo.

"El 9 de enero de 2013, el vicealcalde de Madrid presenta su dimisión justo antes de ser cesado por su alcaldesa. El motivo es una serie de errores cometidos durante y después del trágico incidente en Madrid Arena que causo la muerte de cinco jóvenes. «Seguro que cometí errores, es momento de pedir perdón», declaró el ex vicealcalde para explicar su dimisión." Treceño, J. G. (10 de enero de 2013). El Mundo. Es un buen ejemplo de integridad.
"El mismo día, Unió Democràtica de Catalunya se disculpa por el caso Pallerols, un asunto de corrupción del que la cúpula dice no haber sabido nada; 388.000 euros de dinero europeo concedido para financiar cursos de formación desaparecieron en las arcas del partido. Gracias a un acuerdo con el ministerio fiscal, ninguno de los líderes del partido llegó a ingresar en la cárcel y, para más inri, en lugar de que el presidente asumiera su responsabilidad y dimitiera, se limitó a declarar que ignoraba la malversación de fondos y que había actuado siempre de buena fe. Sin embargo, el diario El Mundo afirmó sutilmente que el presidente de UDC ya había mencionado el asunto en el año 2000." Sastre, D. G. (10 de enero de 2013). El Mundo. Esto es un mal ejemplo de integridad.

Conceptos, definiciones y matices 

La integridad, dijo el autor C.S. Lewis, "es hacer lo correcto, incluso cuando nadie está mirando". La integridad es una virtud moral fundamental, y la base sobre la cual se construye el buen carácter. 

Actuar con integridad significa comprender, aceptar y elegir vivir de acuerdo con los principios de uno, que incluirán honradez, transparencia, equidad y autoconfianza. Una persona íntegra demostrará consistentemente buen carácter al estar libre de corrupción e hipocresía. 

La integridad se revela cuando las personas actúan virtuosamente independientemente de las circunstancias o las consecuencias. Esto a menudo requiere coraje moral. De hecho, la integridad es la conexión crítica entre la ética y la acción moral

La moral suele designar en filosofía el conjunto de costumbres y de normas por los que debe regirse el comportamiento de una persona para que sea juzgada como moralmente buena. Por ética se entiende la reflexión acerca de qué se ha de considerar una conducta buena y cómo hay que fundamentar los juicios morales cuando se aplican a la distinción entre el bien y el mal.

A la ética se la define como la ciencia de los principios de la moral, siendo la moral la aplicación concreta de estos principios en las acciones humanas.

La moral nos ayuda a enfrentar el presente, nos hace responsables de los actos y sanciona de inmediato. Mientras la ética juega más con el tiempo, nos explica qué es ser responsable y qué acontecimientos pueden esperar.

Las normas morales tienen una dimensión social y una dimensión personal.

La conciencia moral es la instancia que asume y asimila estas normas, y es la que, en último término, juzga la corrección e incorrección de la actuación de uno mismo.

La causa pública y la práctica de la Integridad

"La responsabilidad propia sobre la moralidad de nuestros actos está estrechamente relacionada con la responsabilidad colectiva sobre la integridad de una organización, como en el caso del aparato del Estado como defensor del bien común." Henk Bruning.

El buen gobierno y la integridad pueden, según este autor:

Nuestros valores y nuestra conducta conforman nuestra identidad.

La idea, según Henk Bruning, es realmente sencilla: adoptar las decisiones conforme a la conciencia de cada uno, a sus valores personales y los de la organización en la que trabaja, lo hace todo mucho más liviano; hace más llevadera también la responsabilidad sobre aquellas decisiones que tal vez no resultaron tan acertadas.

"La integridad requiere organización, necesita una cultura abierta al debate y al encuentro, para poder trabajar juntos en la investigación y en la solución de las situaciones conflictivas. Una estructura transparente que vincule la profesionalidad a la integridad y que se preocupe por un mantenimiento permanente del sistema." Henk Bruning

Aspectos clave para implantar la Integridad como competencia profesional

Según Henk Bruning una política de integridad tiene siete elementos:

1. Criterio ético y moral individual

En primer lugar, está la valoración moral de cada individuo. Cada persona es responsable de las decisiones que adopta y de los actos que realiza.

2. Debate y estudio conjunto de los dilemas

La toma de decisiones para resolver un dilema debe llevarse a cabo de forma colectiva. Se debe estudiar el dilema surgido, con sus argumentos a favor y en contra, y finalmente optar por la decisión moralmente correcta. Esto significa una decisión transparente que se pueda explicar. 

3. Valores de la organización

Toda organización representa algo y tiene una identidad expresada en sus valores básicos. Todas las decisiones que se tomen deben estar en línea con dichos valores básicos. Son el punto de referencia y conforman una obligación moral.

4. Normas y códigos de conducta

Las organizaciones se rigen por reglas. El código de conducta, los reglamentos internos y las disposiciones legales nos orientan en nuestro comportamiento y nuestras decisiones. El código de conducta de la función pública española recoge los principios constitucionales. El elemento número cuatro habla de un código de conducta fácil de utilizar y útil para situaciones conflictivas.

5. Mantenimiento y fomento de la Integridad. Estilo de dirección y política de formación

Se necesita una política de aplicación efectiva, que corrija a aquellas personas que incumplan las normas y motive a dirigentes políticos, altos cargos y, en definitiva, a toda la plantilla a respetar los valores básicos y a cumplir con las reglas. La integridad como parte de la política de recursos humanos y de formación del personal constituye el elemento número cinco.

6. Política de control y sanciones

Los dirigentes tienen una importante función ejemplar y es su responsabilidad supervisar la organización; deben hacerse cargo de cualquier manzana podrida que pudieran encontrar. La diligencia y capacidad resolutiva son características del elemento número seis.

7. Inventario de riesgos dentro y fuera de la organización

Un frecuente análisis de los riesgos de conflictos de intereses, fraude, corrupción o prevaricación y de cualquier actitud incorrecta para con los ciudadanos potenciará la organización y la reputación de sus empleados. El análisis de riesgos y las medidas preventivas constituyen el elemento número siete.