Este tipo de inteligencia no consiste en alterar la capacidad de generación de emociones con respecto a diferentes estímulos del entorno, sino que se relaciona más con la reacción que una persona tiene frente a ellas, que muchas veces son más impactantes que las emociones en sí que desencadenan esta acción.

Características de las personas con alta Inteligencia Emocional

Prestan atención a sus emociones

Las personas que desarrollan este tipo de inteligencia analizan sus emociones y las escuchan, no solo se limitan a sentirlas.

Conocen sus sentimientos y no los reprimen

Estas personas son auténticas y sinceras, ya que expresan sus sentimientos de forma clara.

Analizan sus proyectos y sueños

No viven en un sueño constante, sino que saben razonar sobre lo que sienten y si alguna meta puede ser alcanzada o no.

Tienen un balance constante en sus acciones

Saben que todo tiene su lado bueno o malo, por lo que dirigen su atención a las cosas que pueden solucionar o que pueden ser de utilidad para ellos mismos.

No toman nada a lo personal

Cuando una persona los altera o algo en su entorno no sale como lo tenían planeado, analizan qué pudieron haber hecho mal y qué cosas mejorar a futuro. No se concentran en algo que no pueden controlar.

Son autocríticas con sus acciones

Las emociones no las controlan, ellas controlan lo que deciden hacer con ciertas emociones y reconocen cuando algo se les fue de las manos.

Se fijan en las emociones de otras personas

Intentan ser siempre empáticos con sus semejantes para saber cómo expresan sus emociones. Así, se relacionan mejor con las demás personas.

Conocen siempre gente nueva, pero se rodean de aquellas personas con las que tienen una conexión

A través de otras personas, conocen diferentes puntos de vista y comparten más con aquellas que son compatibles con la suya. No pierden tiempo en relaciones tóxicas ahorrándose así una incomodidad innecesaria.

Se motivan a sí mismas/os constantemente

Estas personas se emocionan cuando sucede algo que les gusta o realizan una acción determinada. No se enfrascan en por qué ya no les motivan cosas antiguas, sino que buscan siempre renovar su emoción con nuevas experiencias.

Habilidades que componen la inteligencia emocional

La inteligencia emocional no es una sola. Abarca diferentes tipos y características que definen el coeficiente intelectual (ci) de un aspecto de la persona. Estas pueden dividirse en cinco categorías o habilidades básicas:

Empatía

Consiste en entender cómo se sienten las demás personas y aprender a comunicarse correctamente para lograr un objetivo común. Cada persona reacciona de diferente manera a ciertos estímulos dependiendo de su contexto y su experiencia. Nos puede ayudar a establecer vínculos más estrechos y duraderos con las personas con que nos relacionamos.
Además, el reconocer las emociones y sentimientos de las demás personas es el primer paso para comprender e identificarnos con aquellas que los expresan. Las personas empáticas son las que, en general, tienen mayores habilidades y competencias relacionadas con la IE.

Habilidades sociales

Las buenas relaciones interpersonales guían a las personas al éxito, ya que pueden lograr más cosas con liderazgo, gestión de conflictos, cooperación y trabajo en equipo. Esto pasa por saber tratar y comunicarse con aquellas personas que nos resultan simpáticas o cercanas, pero también con personas que no nos sugieran muy buenas vibraciones; una de las claves de la Inteligencia Emocional.

Autoconocimiento

Este tipo de inteligencia emocional consiste en la capacidad de reconocer los sentimientos que uno/a alberga y cómo estos pueden afectar las acciones que llevamos a cabo. La conciencia emocional y la confianza son vitales para el desarrollo. 
Este aspecto nos puede ayudar a no tomar decisiones cuando estamos en un estado psicológico poco equilibrado. Tanto si nos encontramos demasiado alegres y excitados, como si estamos tristes y melancólicos, las decisiones que tomemos estarán mediadas por la poca racionalidad. Así pues, lo mejor será esperar unas horas, o días, hasta que volvamos a tener un estado mental relajado y sereno, con el que será más sencillo poder valorar la situación y tomar decisiones mucho más racionales.

Motivación

Este tipo se relaciona con el compromiso de llegar a los objetivos que uno/a se plantea, cómo se mantiene el positivismo ante las adversidades y cuál es la iniciativa que una persona maneja para plasmar determinadas metas. Gracias a la capacidad de motivarnos a nosotros/as mismos/as para llegar a las metas que racionalmente sabemos que nos benefician, podemos dejar atrás aquellos obstáculos que solo se fundamentan en la costumbre o el miedo injustificado a lo que puede pasar.

Autorregulación

Las técnicas de autocontrol son esenciales en la inteligencia emocional. Controlar la duración de nuestras emociones y que tanto influyen estas en nuestras decisiones es vital para este tipo de inteligencia emocional. 
No es raro que nos enfademos con nuestra pareja, pero si fuéramos esclavos/as de la emoción del momento estaríamos continuamente actuando de forma irresponsable o impulsiva, y luego nos arrepentiríamos. En cierto sentido, buena parte de la regulación de las emociones consiste en saber gestionar nuestro foco de atención, de manera que no se vuelva contra nosotros/as y nos sabotee.

¿Cómo poner en práctica la inteligencia emocional?

  • Valorar los triunfos de las demás personas sin caer en comparaciones con otras o con una o uno mismo.
  • Aceptar los errores cometidos y ser capaces de perdonarse así mismo/a para aprender de lo ocurrido.
  • No juzgar el hecho de sentirse bien o mal más que por lo que son: emociones transitorias que pasarán con el tiempo.
  • Analizar las reacciones inmediatas a las emociones, interpretarlas y aprender de cada una de ellas para manejarlas de ser necesario.
  • Comprender cuál es la emoción que uno siente y no dejar que el cerebro confunda una con otra. A veces el enojo puede presentarse cuando en realidad se siente tristeza.
  • Evitar estimulantes como el alcohol, cafeína, drogas o algún fármaco relacionado para tener ciertas sensaciones.
  • Entender que cada persona es individual con sus experiencias y relaciones. Los sentimientos personales pueden generalizarse para los demás hasta cierto punto.
  • Encontrar el equilibro entre los éxitos y errores, no dejándose llevar por el narcisismo o por una lástima por sí mismo.

En definitiva, la Inteligencia Emocional nos ayuda a pensar en las causas que han desencadenado que otras personas se comporten de un modo que nos hace sentir de un modo determinado, en vez de empezar pensando en cómo nos sentimos, y a partir de ahí, decidir cómo reaccionaremos ante lo que otras personas digan o hagan.

Empatía e inteligencia emocional

Empatía e inteligencia emocional
 

Esta píldora formativa está extraída del Curso online de Empatía: Cómo mejorar tu forma de relacionarte.

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