Finalizando el siglo XX, y con la entrada en el XXI, la comunidad internacional, de la mano de las Naciones Unidas, afrontó el reto de buscar una estrategia común que permitiera alcanzar mayor nivel de desarrollo en los distintos países. Nació así una herramienta de acción internacional denominada "Objetivos de desarrollo del Milenio" (ODM), y que posteriormente dio paso a los actuales "Objetivos de Desarrollo Sostenible" (ODS).
La fijación de objetivos de desarrollo globales es de interés primordial para la comunidad internacional, dado que facilita la generación de un marco común de entendimiento y acción frente a los desafíos multidimensionales que afectan a nuestro planeta. Al establecer objetivos claros y acordados, se logra alinear las prioridades de los países y movilizar recursos y políticas de manera coherente en áreas clave como la erradicación de la pobreza, la educación universal, la salud global y la sostenibilidad ambiental. Este enfoque permite una coordinación más eficaz de los esfuerzos y fomenta la cooperación entre distintos actores, incluyendo gobiernos, organizaciones no gubernamentales, el sector privado y la sociedad civil.
El establecimiento de objetivos de desarrollo a nivel global también fomenta la rendición de cuentas y el seguimiento del progreso compartido. Al disponer de un conjunto de indicadores y metas, es posible medir de manera sistemática los avances y retrocesos en el cumplimiento de estos objetivos, permitiendo valorar el impacto de las políticas implementadas. Así, se garantiza que los esfuerzos no solo se limiten a declaraciones de intenciones, sino que estén respaldados por datos concretos que muestren los desafíos persistentes y los logros alcanzados.
La ONU consideró que cambio de milenio que se producía en el año 2.000 era un momento perfecto para replantear la acción global por el desarrollo del planeta. En este contexto, en septiembre de 2.000 tuvo lugar en Nueva York la llamada Cumbre del Milenio, que reunió de representantes de 189 países, y daba contenido a numerosas conferencias y cumbres de Naciones Unidas celebradas en la década de los 90.
Naciones Unidas aprobó entonces la Declaración de Milenio, un compromiso político al más alto nivel, que contenía los 8 Objetivos de Desarrollo del Milenio como objetivos globales, basados en las metas de la Declaración del Milenio.
Un plan de trabajo que cumplía los principios de programación de cualquier planificación. Los ODM eran realistas y fáciles de comunicar, y cada uno de ellos se dividía en una serie de metas, un total de 28, cuantificables mediante 48 indicadores concretos, y con un plazo determinado, el año 2015.
Un enfoque innovador y comprometido para abordar los desafíos mundiales. Este conjunto de objetivos buscaba resolver problemas fundamentales del desarrollo que afectaban a millones de personas en todo el mundo, centrando los esfuerzos tanto en la erradicación de la pobreza extrema como en la promoción de la educación, la salud y la sostenibilidad ambiental.
Cada uno de los ocho objetivos fue cuidadosamente seleccionado para abordar una dimensión crítica del desarrollo humano. Los ODM no solo enfatizan la importancia de cada objetivo individualmente, sino que también destacan la interconexión entre ellos.
Su singularidad no radicó únicamente en su enfoque concreto y mensurable, sino también en el impulso que generaron para la movilización de recursos a nivel internacional. Instituciones gubernamentales, organizaciones no gubernamentales y el sector privado se vieron motivados a poner en marcha proyectos específicos y a implementar políticas públicas alineadas con estos objetivos.
Por primera vez, la agenda internacional del desarrollo ponía una fecha para la consecución de acuerdos concretos y medibles, según sus 8 objetivos:
Reducir a la mitad el porcentaje de personas cuyo ingreso es inferior a un dólar por día y reducir la proporción de personas que sufren hambre.
Asegurar que todos los niños y niñas puedan terminar un ciclo completo de enseñanza primaria.
Eliminar la disparidad de género en la educación primaria y secundaria, preferiblemente para 2005, y en todos los niveles de la educación para 2015.
Reducir en dos tercios la tasa de mortalidad de niños menores de 5 años.
Reducir en tres cuartas partes la tasa de mortalidad materna.
Detener y comenzar a reducir la propagación del VIH/SIDA y la incidencia del paludismo y otras enfermedades graves.
Integrar los principios del desarrollo sostenible en las políticas y los programas nacionales; invertir la pérdida de recursos del medio ambiente.
Desarrollar un sistema comercial y financiero abierto, basado en normas, previsible y no discriminatorio. Atender las necesidades especiales de los países menos adelantados.
Si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo. Evoca primero en los hombres y mujeres el anhelo del mar libre y ancho". El Principito (1943). Novela de Antoine de Saint-Exupéry, escritor y aviador francés (1.900-1.944).
Los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) sirvieron como un punto de partida crucial para la cooperación internacional en la erradicación de la pobreza y otras problemáticas globales durante sus quince años de vigencia. Sin embargo, al evaluar sus resultados, fue evidente la necesidad de un enfoque más integral que no solo abordara las dimensiones económicas, sino también las sociales y ambientales.
En 2015, a la conclusión del período de vigencia de los ODM, fue momento de evaluar su impacto. Sin duda, habían sido el movimiento contra la pobreza más exitoso de la historia, alcanzando grandes logros como la reducción de las tasas mundiales de pobreza extrema y hambre a la mitad, el acceso al agua potable, el combate contra las hambrunas o la alfabetización, aunque algunos de ellos de forma desigual.
Sin embargo, estos avances tuvieron deficiencias en muchas áreas, y se incumplieron algunos objetivos y metas. Desagregando los datos por regiones y países se observaban realidades muy heterogéneas, como incumplimientos de prácticamente todos los objetivos en el África Subsahariana, o las grandes disparidades que existen en el interior de los países que, aun consiguiendo alcanzar la meta prevista, tenían importantes bolsas de población que quedaban fuera de eso avances.
Este análisis permitió identificar las áreas de mejora necesarias para enfrentar las complejidades del desarrollo sostenible del siglo XXI. En 2015 era entonces el momento de fijar una nueva agenda global, enfocada en la construcción de un mundo sostenible en el que se valorasen de igual manera la sostenibilidad del medioambiente, la inclusión social y el desarrollo económico.
Una nueva planificación que recogiese la experiencia de trabajo de los ODM y lo reforzase con las aportaciones de consultas previas, y de la consulta global de Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible Río+20.
Este nuevo documento de trabajo con 17 objetivos, fue aprobado por la Asamblea General de Naciones Unidas en septiembre de 2015, y adoptado por todos los países del mundo como Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, con sus ODS.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en vigor durante el quinquenio 2016-2030, marcan la evolución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), que tuvieron vigencia durante el anterior quinquenio 2001-2015.
Adaptados por todos los miembros de la ONU en 2015 constituyen un plan universal para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que todas las personas gocen de paz y prosperidad para el año 2030 (conocidas como las 5 Ps).
Los 17 ODS, que están interrelacionados, son los siguientes:
Poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo.
Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición, y promover la agricultura sostenible.
Garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades.
Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad, y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos.
Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas.
Garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible, y el saneamiento para todos.
Garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos.
Promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible; el empleo pleno y productivo; y el trabajo decente para todos.
Construir infraestructuras resilientes; promover la industrialización inclusiva y sostenible; y fomentar la innovación.
Reducir la desigualdad en y entre los países.
Lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles.
Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles.
Adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos.
Conservar y usar de manera sostenible los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible.
Gestionar sosteniblemente los bosques, luchar contra la desertificación, detener e invertir la degradación de las tierras y detener la pérdida de biodiversidad.
Promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible, facilitar el acceso a la justicia para todos y crear instituciones eficaces, responsables e inclusivas a todos los niveles.
Fortalecer los medios de ejecución y revitalizar la Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible.
Los ODS desempeñan un papel crucial en el fortalecimiento de la cooperación internacional al desarrollo. Al establecer objetivos comunes a nivel global, incitan a países, organizaciones internacionales y actores del desarrollo a coordinar sus esfuerzos y recursos hacia metas compartidas.
La implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible refuerza asimismo la capacidad de las instituciones locales mediante la transferencia de habilidades y la provisión de asistencia técnica. A través de la colaboración multilateral, se construyen capacidades institucionales que perduran más allá de las intervenciones inmediatas, garantizando el desarrollo sostenible en el tiempo.
Para alcanzar los ODS se requiere un enfoque integrado y colaborativo que enganche diversos sectores, desde el gobierno hasta las empresas privadas y la sociedad civil. Las sinergias entre los diferentes ODS son esenciales para maximizar el impacto de las acciones.
Los ODS, además, priorizan el fortalecimiento del tejido institucional, incentivando reformas políticas y administrativas que refuercen la gobernanza en todos los niveles. La colaboración con organismos internacionales, como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), proporciona un marco para la implementación de estas reformas, asegurando el seguimiento y ajuste constante de las políticas para alcanzar los estándares globales.
En resumen, los ODS son el eje sobre el cual gira la cooperación internacional contemporánea, facilitando la colaboración a diversos niveles y entre múltiples actores, alineando esfuerzos hacia un futuro sostenible, y garantizando una distribución equitativa de los beneficios del desarrollo global.
"Una generación siembra un árbol y la siguiente disfruta su sombra". Proverbio chino.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible actúan como marco integral y universal para la cooperación internacional en el ámbito del desarrollo. Su implementación requiere la colaboración multidimensional y multisectorial entre los países, las organizaciones internacionales, las ONGD y otros actores claves, ofreciendo una plataforma compartida que guía y alinea los esfuerzos de desarrollo a nivel global. La naturaleza interconectada de los ODS facilita una cohesión estratégica entre las políticas nacionales y regionales, promoviendo prácticas coordinadas y coherentes en el ámbito del desarrollo.
Además, los ODS proporcionan una línea para la asignación de recursos financieros y técnicos, destacando la importancia de fomentar alianzas entre las diferentes entidades, tanto públicas como privadas. Mediante un enfoque basado en evidencia y resultados tangibles, los ODS orientan la financiación hacia iniciativas que aseguren impactos positivos y sostenibles en las comunidades más vulnerables.
En el marco de la Agenda Internacional de la Cooperación al Desarrollo, los ODS también fomentan la rendición de cuentas y la transparencia, asegurando que las acciones de desarrollo sean monitoreadas y evaluadas en función de unas metas concretas. Esto permite un seguimiento efectivo del progreso, así como la identificación de desafíos y oportunidades de mejora, promoviendo una cultura de aprendizaje continuo y adaptabilidad.
Los ODS estimulan la innovación y el acceso equitativo a las oportunidades de desarrollo, incentivando la transferencia de tecnología y conocimientos. Se facilita así la creación de capacidades locales, asegurando que las soluciones de desarrollo sean sostenibles y adaptadas a los contextos específicos de cada comunidad.
Finalmente, haber establecido la referencia de los ODS como marco de la agenda internacional de la cooperación al desarrollo, refuerza en gran medida el compromiso de los países y entidades colaboradoras, actuando como una brújula para alcanzar un desarrollo inclusivo y equitativo a nivel mundial.
"¿Qué habrán hecho algunos pobres sures para merecer ciertos nortes?". Mafalda, tira de prensa cómica del humorista gráfico argentino Quino (1932-2020)
Esta píldora formativa está extraída del Curso online de Cooperación para el desarrollo (SSCG022PO).
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